Sus labios, vestidos de miel, al agua hacían bailar.
Dejará su piel marcar.
¿Arrepentirse?
Jamás.
Me ha venido la inspiración
Y he echado a correr en medio de la calle.
Sorteando gente y gotas y encargando a mis pies la misión de
concentrarse para no resbalar.
Los músculos del cuello se tensan para evitar mover la
cabeza y así impedir que se escapen las ideas, esas que últimamente tiene todo el mundo menos yo.
Últimamente la gente tiene muchas cosas que yo no tengo.
He echado a correr sintiendo esa necesidad de hacer algo
distinto a lo que hacía, que era absolutamente nada. He fijado la mirada al
horizonte sin una meta y he puesto a prueba a mis pulmones. He retado a un
autobús que lógicamente me ha ganado, pero eso no ha bastado para pararme.
Y es que si algo tengo bueno es que no me rindo fácilmente.
Aun con todo, el corazón grita pero nadie más que yo lo oye,
yo lo envidio y también quiero gritar. ¡LO QUE
SEA!, ese momento es mío, de entre todos he elegido ese SOLO PARA Mí, y
ahí me veo, mentalmente, corriendo por calles mojadas y entre paraguas negros
que no se apartan al verme pasar. El pelo choca contra mi cara y río. Río
porque no sé en qué otro momento me veré en una situación como esa, sin más incertidumbre
que cual de todos mis pasos será el que me lleve al suelo. Pero me la juego. Y continúo.
+Y todo
esto… ¿Por qué?
*Simplemente, porque
me has llamado tú.
Y tan repentino como todo
empezó, tan repentino como sentí la necesidad de correr, sentí también la
necesidad de parar, tomar aliento y levantar la vista.
Y fue entonces cuando la vi.
Entonces te vi a ti. Te vi a ti
como nunca antes te había visto. Como lucharé de ahora en delante para no verte
jamás.
La encontré buscando una salida razonable; loca por salvarse. Una salida de las que acallan cualquier alternativa posible y se conforman con un camino por serpenteante e inseguro que sea. Lleno de olores, olores que ya no pueden más.
La encontré agazapada entre sus
rodillas, haciéndose pequeñita y buscando trozos de sí misma esparcidos, todos
ellos, por el suelo. Tan rota estaba que siquiera la reconocí, al principio.
Luego comencé a vislumbrarla, la
vi temblar aunque no sabría decir si era rabia o derrota. Fue la primera vez
que la vi perderse a sí misma. Y, no me duele decirlo, me acojoné. Todo el valor
salió huyendo presto de mi cuerpo, me embargó la ansiedad y me paralicé,
almacené ese recuerdo en la memoria y por desgracia siempre será nítido.
La vi como nunca desearía ver a
un enemigo.
La cogí y se me escapaba de
entre los brazos, me vi superada por la situación y tocara donde tocase un
trozo siempre caía.
Y aun así, ella sonrío. Se
apartó el pelo de la cara y gritó.
“ Una y mil veces si hacen
falta”- dijo.
Cogí la mayor parte de trozos que pude y metí los que quedaban en su bolsillo, me la llevé de ahí, dispuesta a una tarde dedicada exclusivamente a unir con celo todos sus recuerdos, como si de un puzzle se tratara.
Estaba tan loca por salvarse, que las ganas se hicieron hechos y finalmente se salvó.
Y de ella nací yo.
Y a día de hoy sigo preguntándome
a qué se refería, a qué o a quién vaticinó
la muerte.
Ella era así, odiaba y amaba con
fuerza irracional, y me alegré de no ser yo su punto de mira esta vez.
Ella golpea con fuerza, siempre sabe el
punto certero que derrotará, lanza pocos golpes pero los que lanza, los acierta.
Ella es así..... nunca sabes si:
Es cachorro o depredador.
AMB
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