jueves, 19 de marzo de 2015

Algo nuevo ocurrirá

                                                                                                               It's so quiet here                                                                                                               And I feel so cold






Debe ser verdad que no existen.

Nadie con el valor suficiente como para definirse a sí mismo especialista en sobrevivir a esto que llamamos vida.

Nadie que no haya desfallecido en alguna ocasión al embarcarse en una historia de amor sin un Pepito grillo gritando que si se ve capaz, desde luego, lo disfrute, pero que no se olvide de olvidar.


Nadie tan temerario como para saltar sin mirar abajo primero. De la misma manera que, nadie que no haya deseado saltar en algún momento.



Nadie que no haya intentado soñar despierto y, después culparse por ello obligándose a volver a la realidad.

Nadie que no mire con miedo una habitación de hospital.

No existe templanza suficiente cuando la palabra “cáncer” aparece en medio de la frase. La mirada se congela en el suelo y el miedo ocupa todos los lugares que hasta hacía un segundo pertenecían a la esperanza.

No hay en el mundo persona capaz de emprender un viaje sin decir adiós, ni maleta lo suficientemente grande. Tampoco hay nadie que no rebobinara si pudiera y, probablemente la cagaría más que acertaría.

Nadie que no revise su arnés dos veces y, en plena caída, dedique un milisegundo a insultar su temeridad.

Nadie al que le haya gustado el tabaco tras la primera calada.

Nadie a quien no le hayan temblado las piernas con una mirada o a quien ni una sola noche se le haya hecho demasiado corta.




Mírame a los ojos y dime que no existe nadie así.

Y mucho menos tú y yo.

A nosotros, que podríamos llorarnos tardes enteras y arreglarnos en lo que nos dura una cerveza.

Las personas como nosotros, que se empeñan en enredar las cosas haciendo lo contrario de lo que buscan. Buscando un perfecto orden en un mundo de por sí desordenado, calles desconocidas y habitaciones llenas de mierda. Viendo el encanto a todo nuestro alrededor durante un ínfimo segundo.


A mí, que creo que una habitación jamás está lo suficientemente desordenada como para vivir en ella.

 A ti, que cambiar algo de lugar te supone un puto suplicio y, si alguna vez lo haces, lo haces deprisa y con los ojos cerrados, no vaya a ser que tu cerebro llegue a procesarlo.

A nosotros que, aun armando el nudo más grande de la cuerda, al final del todo y casi a escondidas, nos pasamos por debajo de la mesa el cabo del otro para poder encontrarnos si alguna vez nos volviera a hacer falta.

Tú dame un margarita de más y soy capaz de hacerte enrojecer en un bar.

Tan solo déjame probarnos y haremos de esta noche, sin duda, la peor de las mejores.
Para que por si preguntan, la escusa sea "unas de las de tantas que todavía nos queda por brindar".





Dime con tu voz de persona responsable “Contigo hasta siempre en los próximos cinco minutos” y haré que sean los cinco minutos más largos de tu historia. O de todas las que tu futuro te permita inventarte.

Pero un aviso te hago, por más que te suplique, prométeme que jamás me dejarás escribirte nuestro final. Prométemelo como sólo nosotros sabemos que se cierran las promesas. Bájate los pantalones y súbete  a la barra. Y grítame. Grítame todas las cosas que te has callado.

Soy capaz de dejarte hacer esta noche todas las cosas estúpidas que se te han pasado todos estos años por la cabeza y te ha temblado el pulso al imaginarlas.

Como amiga te diré el famoso ahora o nunca.

Así que adelante, sal corriendo en pijama de tu cama con los calcetines de cada color, grita por la calle que te follarías a tu vecina, sal en pelotas al balcón, haz la croqueta en la cuesta de tu pueblo, o marca el número prohibido y permítete oír su voz.

Dile un “Tú te lo perdiste” y vuélvete a rendir. Cuelga el móvil y roba algo bonito, algo más que una sonrisa, deja de ser tan moñas.

Dime lo que nunca te has atrevido.

Por una noche, olvídate de mi móvil cuando las cosas vayan mal. Sobrevivirás.

Imagínate en mi mente y simplemente, déjate llevar. Estoy segura que uno por sí mismo, se puede guiar.

Baila con la más guapa del bar.

Ríete de todas las desgracias y olvídate de que mañana todo vuelve a empezar.

Algo nuevo ocurrirá.
Ese es el mejor consejo que te puedo dar.


Pues bien.
Mírame a los ojos. 
Sólo lo diré una vez.
"Hoy me haces falta".
Que insegura me hace sentir el decirlo en voz alta. 
Es como si al decirlo esperara un cambio en toda esta situación.
Te reirías si te digo que casi me imagino que fueras a aparecer.
Enchufo la tele y busco algo que leer. 
Algo que me lleve a otras vidas diferentes de la mía.
Confiar que en el transcurso de las páginas está la solución.
No veo el momento de dar con ella.
Ya no soy lo que solía ser.
Ahora lo hago todo a la vez.
Te sorprenderías.
Tengo mil historias que contarte.
¿Para cuándo ese café?


                                                      AMB

martes, 17 de marzo de 2015

A tu salud

                                                                     But the stars are burning bright like some mystery uncovered
                                                                         i'll keep moving through the dark with you in my heart.






A tu salud me encontrarás brindando en cada uno de los buenos momentos que decidan conocerte en este pasar de los días en que, a fin de cuentas, se resume la vida.


A vuestra salud, sí, la vuestra, la de aquellos que sabiendo que no me cuadra un engranaje en la máquina os plantáis en casa con víveres suficientes como para sobrevivir en una isla desierta tres años, os cruzáis de piernas y comenzáis a explorar las cien maneras de hacer que el engranaje entre y gire.

-“A ver, cojones, que esto no puede ser tan difícil”.

A la salud de aquellos qué sabiendo que algo anda mal, avasallan mi móvil (con llamadas, como debe ser, nada de mensajes, que la voz no engaña) y se las ven crudas para hacerme hablar, aquellos que van más allá del simple, "¿Qué tal, cómo estás?". Y se quedan para escuchar el final.


A la de aquellos qué, al margen de sus circunstancias, siempre guardan un ratito para alguien que los necesita, los que cogerían un avión contigo sin necesidad de saber dónde aterrizarán, los que planean su vida y te reservan un hueco concreto, “pase lo que pase”.

A los que ponen la amistad por encima del orgullo.

A la salud de los de verdad.


 A los que valen para algo más que salir de fiesta.

A la salud de los que me demuestran sus palabras con hechos, de los que no se queda en bonitas palabras y “ya si eso hablamos”.

A la salud de LAS que, aún cansadas de trabajar toda la noche, pagan su margarita y se vienen a bailar.

A la salud de mi madre, que la muy jodida siempre tiene razón cuando dice que a los mejores amigos los encuentras siempre en los peores momentos, “Recuerda siempre como se encuentra el oro, separando toda la mierda de alrededor”.

 AJÁ


A mi salud, también, porque si personas como ellos me rodean, será que lo estoy haciendo más que bien.


Ojalá todos los que estéis leyendo esto, podáis llegar a la conclusión de que tenéis a vuestro lado personas capaces de hacer esto y más.

Sin embargo, para poder brindar por personas así, uno mismo debe saber estar a la altura de las circunstancias y ser la otra cara de la moneda, dejar horarios para otro día y dedicar el día siguiente simplemente a enseñar a un amigo a beber y a auto-valorarse.


Entiendo que esto no es un toma y daca, no siempre el frisbee vuelve a tu mano, hay veces que se pierde o simplemente se queda atrapado en las ramas de algún árbol. Que le vamos a hacer.

En el fondo gano más que pierdo.

Ya estoy un poquito más cerca del oro.

Sin necesidad de poner a cada uno en su lugar, cada cual que adopte su asiento en la fila que crea conveniente.



                                                                                                       A vuestra salud.




       AMB