miércoles, 22 de noviembre de 2017

Me acuerdo de ti



                                                                                                    "But nothing else could ever take you away"
I remember you- Skid Row





Varias historias  se han escapado de ser plasmadas en esta leonera. Desafortunadamente, me atrevería a decirlo así, la memoria es una de las pocas cosas a las que me esfuerzo en mantener alejada del polvo.


Este capítulo será conciso.     Necesito que así sea.


Allá voy. 


Me acuerdo de ti.


Ahora.


Pero lo más triste es que tenga que acordarme de ti de aquí en adelante. Porque eso solo significa que no estás. 


Por más que he intentado evitarlo me temo que, si no formabas parte de esto, iba a ser incapaz de pasar página y ponerle un título al siguiente texto. Este texto que, simplemente, no tendría que ir sobre ti, no tendría que existir.

Porque este es uno de esos que escribo con un sabor de boca salado.


Y todo porque…


Me acuerdo de ti.


Me enfada tener que acordarme porque así como el dicho dice: No es ley de vida.  No ahora. No todavía.


Por eso,  ahora no tendría que acordarme de ti.


Y el hecho de tu recuerdo me hace reflexionar sobre varias cuestiones que mantenía en ese estado semiconsciente. Esas cosas que todos sabemos pero que debido a su valía pasan a un segundo plano porque… si permanecieran por siempre en la consciencia difícilmente podríamos seguir viviendo.


Y porque esas cosas siguen haciéndolo y tú no, es precisamente por lo que me acuerdo de ti.


Hay pocas cosas menos que me apetecerían ahora mismo que estar acordándome de ti.


Pero aquí me hallo… justamente acordándome de ti.


Me acuerdo de ti, riendo(te)/(me).


A pesar de que no me desagradan para nada los puntos y finales, debo confesar que jamás un punto y final fue tan suspensivo.



                                                                  Me acordaré de ti...


AMB

martes, 3 de enero de 2017

El día que escriba sobre ti

                                                                                           "Le escupiré al pantano...y lo haré sin llorar."

Millions reasons-Lady Gaga 



El día que escriba sobre ti,
Te aseguro, sentirás lo crudo que puede llegar a ser un invierno.
Haré de febrero el mes más largo y no solo porque me pase 28 días cagándome, todos ellos, en tus muertos.
Te acompañaré a todos esos momentos en los que cruzaste la puerta y nos olvidamos de los dos besos. Y ahora ya no existe piedad que reclamar a ese ejecutor al que solemos llamar tiempo.
 
 
El día que escriba sobre ti, 
Será cuando entienda que es verdad eso de que todo llega y ni yo ni nadie podríamos haberlo evitado.
Una habitación de hospital a la que no perteneces. No es solo porque no quiera verte ahí, es por el hecho de que incluso aunque quisiera, no podría.
Todos esos recuerdos pasarán a ser otra de las cosas que tendría que salvar en caso de incendio.

El día que escriba sobre ti,
Te aseguro, el mundo se quedará un poquito más pobre.
Mientras de la manera más estoica posible, y ni con esas  me acercaré una miseria a todo lo que sé está a punto de llegar, me obligaré a reabrir la veda de todos esos vanos intentos que llevan persiguiéndome 12 años en noches enteras en las que mi único objetivo ha sido escribir sobre ti.


El día que escriba sobre ti,
Y una vez cicatrizada, voy a ser cruel.
Joder, vaya que si lo voy a ser,  porque me la estás quitando.
Y me gusta pensar que aquel que se atreve a quitarme algo, sufre por cien.
No es nada nuevo: A las malas, soy la mejor.



El día que escriba sobre ti,
Lo marco en futuro, porque hoy por hoy, no tengo valentía suficiente para hacerlo.
Durante esas tres horas en las que calculo, humildemente, me saldrá algo medio decente que salvar entre tanto garabato, me daré permiso para nombrarte.
Tratará sobre todo aquello que me has enseñado, sobre todo aquello de lo que ya no te acuerdas.
Retomaré estas líneas y les pondré un desenlace lo más digno posible, pero lo haré el día en el que sé que ya no me vas a leer.


 



Continuará…
                                           …el maldito y único  día en el que, sin quererlo , escriba sobre ti.


AMB
 

sábado, 3 de diciembre de 2016

Bienvenidos a mi leonera personal

                                               
Madness- Muse




Mis sentidos se agudizan.
Soy un felino intentando sobrevivir en esta oscuridad.
Mis garras deciden avanzar y esta vez no voy a pararlas.
Confío en ellas.
Se lo han ganado.
Han desgarrado alguna que otra conciencia y han dejado cicatrices al pasar.

A veces, la cosa solo consiste en tener las uñas afiladas. 
Nunca sabes cuando las vas a necesitar.

Me concentro en mis sentidos. 
Los músculos adoptan la tensión del escrutinio. 
Cualquier distracción podría resultar fatal.

El corazón prepara a mi cuerpo para atacar, 
en cualquier momento, 
ante cualquier variación del aire, 
ante cualquier sonido que delate la posición.

Enseño los dientes y permito que vean los colmillos afilados. 
Sé que hay ojos observándome, 
esperando el momento oportuno, 
el momento de saltar.


No respires.
Ya no hay vuelta atrás. 

Bienvenidos, a mi leonera personal.







miércoles, 4 de mayo de 2016

Entre raíles

                                                                                           El viaje más largo empieza, siempre, con el primer paso



Somewhere Over the Rainbow


Todo empieza con un ordenador un día cualquiera.

Y nueve años más tarde me veo montada en un tren hacia, simplemente, el siguiente país... ya veremos cual será.
Donde nueve años de distancia los pone fin un avión, y consigo por fin, asociar un olor y una sensación a nueve años de imaginación.

Un aeropuerto es el lugar donde, finalmente, continuaron nuestros, hasta ahora, siempre puntos suspensivos.

En una experiencia extraña en la que despiertas en París, paras a comer en Bruselas y terminas durmiendo en Amsterdam.
Donde los rostros que encuentras a tu alrededor no se parecen en nada a los de casa y ni hablar del idioma...
 
En un sin parar de días en los que todo lo que necesitas cabe en una mochila que no pesa más de 10 kilos y tu posesión más preciada pasa a ser de nuevo algo hecho de papel. 



 Me imagino como un punto en movimiento en el mapa, marcando con la punta del lápiz el lugar en el que me encuentro mientras trato de evitar echar la vista abajo y ver todo lo que me separa de lo y los que conozco.
Al final, acabo cerrando el mapa por esa línea que son los pirineos tratando de autoengañarme para así negar la existencia de esa península durante los próximos 20 días...No vaya a ser que aparezcan tentaciones de volver a casa. Y eso es, ahora mismo, totalmente impensable. 

Necesito demostrarme a mí misma que puedo hacer esto
Sé que puedo salir de mi zona de confort y disfrutarlo. 
                                 ¡Y vaya si lo disfruté!

Quién me iba a mí a decir que un tren puede ser tan cómodo y hacer las veces de casa.
Y las estaciones... con sus bancos fríos, las que los tenían.
Esas horas de espera, esas voces metálicas que anuncian tu tren, las carreras por entre los andenes y el perfeccionamiento de la técnica de "esquivo o derribo" en plena maratón.

Recuerdo la sensación de estar tan cansada que dolía hasta reír, los chupitos de veneno en un karaoke cualquiera y la bronca de la policía simplemente por no saber el camino de vuelta a casa.
También recuerdo el silencio al sabernos juntos el último día... El minuto que marca la diferencia entre Budapest o Viena., la decisión de pedirle al viaje un día más los tres juntos. 

El evitar que fuera en Praga la despedida, empeñados en retar al tiempo y, en definitiva a lo inevitable, cogerle ventaja al destino, y dar el último abrazo entre lágrimas, a punto de perder el último tren a las 6 de la tarde.
 Separarnos en Roma y no parar de llorar hasta Milán.


                        Expertos en apurar hasta el límite.

                      
                         No he vuelto a coger un tren desde entonces. 

Pero a menudo me fijo en aquellos que los esperan en la estación, y mentiría si dijera que no nos veo a nosotros tres cantando y bailando, hablando de estadísticas o simplemente escuchándonos hablar por teléfono con “dios sabe quién “ y pensar “a saber qué coño le estará diciendo”. 
 Curarnos los pies hinchados y aprender las manías y rituales de cada uno: el brasileño siempre prefiere la litera de arriba y al colombiano le cuesta despertarse una media de 40 minutos.




Esa mezcla de culturas que fueron los veinte días en que se construyó nuestra torre de Babel
En la que una pregunta se hacía en castellano, se contestaba en portugués y se vivía en inglés.


Pienso en nuestra aventura y no puedo evitar llevar la cuenta de la hora en la que estaréis vosotros cuando para mí son las 3 de la tarde. Joder ojalá fuera más fácil quedar simplemente a tomar un café; ojalá no tuviera que esperar años en volvernos a ver.


 
Un brasileño, un colombiano y una española. 


A saber cuándo se vuelven a ver...


                                  


                                           ...en una de éstas.

AMB

miércoles, 20 de mayo de 2015

Dos días

                                                                                                                 48 horas, 2880 minutos y sus eternos segundos.



When i was your man -Bruno Mars


Es hora de hacer el mortal hacia atrás. Y en la caída, y si te atreves a abrir los ojos, verás aquello que dejas. Si es que eres capaz de dejarlo.

Te hablo de los días en los que aun lloviendo a mares, coges tu chaqueta empeñado en secar tus ideas al sol.

Edificios en los que para entrar tienes que hacerlo  por el tejado y los ascensores comienzan su cuenta por el 8. Donde las ventanas tienen más trozos de persiana rotas a medida que bajas piso tras piso.

Me gustaría hacerte un pequeño y conciso resumen de toda esta historia. 
Descubrirte un pequeño momento llamado culpable de cómo nos hemos hecho tan desconocidos.

De cómo el proceso apenas ha dolido porque nos hemos limitado a olvidarnos viéndonos las caras todos los días.

Cambiamos cerraduras.  
Tú cogiste tus fotos y yo empaqueté mis tazas. 
Y a distintas horas, los dos cruzamos el marco de esa puerta.






Realizamos ese mortal hacia atrás y nos centramos en andar hacia delante. Como se supone que se hacen estas cosas.

Y en un sucesivo de horas sin sentido era en lo que se iban convirtiendo mis días.


En los que…
                       …Yo dejé de escribir para no morir.

En los que…
                      … Tú empezaste a vivir.



El libro de viajes que prometimos escribir se ha quedado mudo.

Ahora formas parte de mi libro de las despedidas. Eres una decepción, en concreto la número 4.

Mi número favorito. Hasta en lo negativo, eres siempre mi favorito.



Cuatro decepciones de las cuales, sólo tres despertaron mi rabia.






 Que como el fuego, si la atizas, la hija de puta te/me consume.






En mi mente, me digo a mi misma que es porque ya no me importas, o porque me dueles demasiado como para atreverme a gritarte.

Ambivalencia. El reto redundante de mi vida.
De extremos anda la cosa. De ser el mejor a ser el último en la lista de persona con las que pasaría mi último día.

Alguien a quien solía conocer. Como tú me decías, incluso mejor que tú mismo.

En otros tiempos habría apostado porque aguantarías los cortes de este, nuestro cuchillo.
Pero no sé si es que la sangre fue demasiado escandalosa y te temblaron las piernas, o simplemente te pudieron las fuerzas y te falló la memoria.

Clavaste el cuchillo y abandonaste la que fue, en su día; aunque para mí te aseguro lo será siempre, nuestra puerta.

Fuiste cruel dejando esta canción sonando por entre las rendijas.
Ahora me imagino tu maleta desapareciendo por la entrada cada vez que la escucho.

Te recuerdo en ese banco girando la cabeza de izquierda a derecha. Recuerdo sonar mi móvil y no aparecer en la pantalla tu nombre. Recuerdo desearlo y odiarlo al mismo tiempo.

Correr dos calles en tu dirección y a los cinco minutos quedarme quieta y comenzar a andar lentamente hacia mi casa. 


En lo que fue una lucha conmigo misma que duró cuatro meses.




Cuatro jodidos meses en los que te eché mientras una de las personas más importantes de mi vida comenzó a perder la suya.

Recuerdo pensar que te recuperé y tú aclararme que te perdí. En lo que realmente fueron dos días, pero para mí pasaron dos vidas.

Dos días en los que olía todo a ti y aparecías en cualquier conversación.

Dos vidas en las que tuve que imaginarme sin ti y eran de todo menos vida.

Donde ningún lugar era lo suficientemente lejano para ser seguro y ningún músculo de mi cuerpo tenía la fuerza para hacerlo.

Donde los libros narraban nuestra historia, las canciones las cantaban y las películas tenían nuestro final.

Cuando diez minutos en la calle significaba verte diez veces por minuto y ¡Qué casualidad! los semáforos estaban siempre en verde.

Me reté escuchando las cuatro canciones que independientemente de mi estado de humor, siempre me harán llorar. Las repetí una y otra vez. Sin treguas. Adelantar el tiempo si hiciera falta. Olvidarte lo más rápido posible, llorarte, cantarte, gritarte…

Así pasé los dos días en los que me diste una de las lecciones más importantes.

Los dos únicos días desde que nos conocemos en los que nuestro reloj estuvo realmente parado. En la muñeca de ambos. Dos días en los que me rendí y tú te cansaste.

Cuando lo que hasta ahora conocíamos era justamente lo contrario…
Yo me cansaba y tú te rendías.


............................................................................ Dos días después
                                                                                                          (O eso es lo que marcaron los relojes)


"Joder Aza, casi llegas tarde”.

  1.                 





Un giro de tuerca repentino en el que se convirtió nuestra historia cuando tú cogiste el micrófono y te convertiste en narrador, y a mí no me quedó de otra que hacer aquello que se me da peor. Dejarme llevar. Sin control.



Y en esas andamos, pasando entre edificios sin más sujeción que la piel al tejido y con una media de cinco minutos al día en los que nos tiramos de los pelos por cualquier tontería.







¡Y Cómo me gustan esos cinco minutos de todos nuestros días!



AMB