jueves, 22 de enero de 2015

Diente de León



                                                                   "Un viaje de mil millas comienza con el primer paso"



Wherever you will go- The Calling





Hoy es el momento de hacer algunas de las locuras que otros días sólo te dedicas a imaginar.

Ahora que te detienes y al girar la cabeza te sorprende lo que ves.

Ahora que el tiempo dicta y tú ejecutas. Justo ahora cuando notas que el alcohol es más duro contigo de lo que solía y la rodilla se queja al girar. Ahora que el frío te encierra más a menudo en casa y  “ ¡uy qué pena!, me pillas justo entrando a trabajar.”

Ahora que estamos todos tan ocupados como para echar la vista atrás.


Si te preguntas cual será el momento exacto, probablemente sea éste, ¿Por qué no? Qué más da hoy que mañana pregunto yo, es suficiente con que sea un solo día de los miles que probablemente y si hay suerte, viviremos.




En ocasiones, escoger el momento propicio no es lo importante  sino que basta con saber de qué trata, qué se supone que debemos hacer, sentir, decir, qué debemos ser…

Quizás sea el momento de parar y ver como el mundo sigue;  porque sí, es algo que sabemos que ocurrirá, pero también necesitamos verlo con nuestros propios ojos al menos una vez en la vida. Es necesario comprobar que nada se desmorona si tú te vas, que todo y todos siguen igual y a fin de cuentas, creernos lo que ya sabemos pero resistimos a creer… nadie en el mundo es imprescindible.

Probablemente, sea el momento adecuado de coger ese avión, no escribir nada y dejar que los kilómetros nos hablen. Será necesario vernos solos e inmersos en una lengua diferente para poder hacernos entender como nunca antes hemos podido hacerlo. No sabría deciros si la parte más dura la escriben los que se van o los que se quedan, supongo que lo descubriremos con el tiempo.





Predicando con el ejemplo  voy a ser de las que se van, para descubrirme a mí misma. Me voy de una ciudad que reconozco como mía pero a la que ya no entiendo, como ocurre con todos a los que dejo.

Cansada de no encontrar tiempo para las cosas importantes, cansada de gritarles que me ahogo y ellos no tengan tiempo para cambiarle la bombilla al faro.

El problema no es sentirse perdida, es bueno estarlo alguna vez en la vida; el problema es sentirse perdida entre calles conocidas.

Y cuando ese problema existe, es que es el momento exacto

Hoy será como el día en que me encerré con mi perro en su jaula toda la noche, porque tenía miedo de mí, una completa desconocida. El día en que haga mío lo que antes fue de otros y no me sobrevenga a la cabeza ni un solo remordimiento, porque si hablamos de recuerdos… esa es otra historia para la que espero encontrar un principio digno mientras vuelo entre las nubes, literalmente. Hoy será el día en que me encierre, completa, con mi perro en su jaula toda la noche, porque tengo miedo de ser una desconocida para él.

Puede ser perfectamente hoy, ¿Por qué no?, el día en que después del adiós veas a mi número llamarte. Tan solo para escucharte. Sin tener que hablarnos. Decirnos con los ojos lo que nos dijimos con palabras, abrazados en la cama, esa jodida mañana, dejándonos marchar.

Por abrir no abrimos ni las ventanas, no vaya a escaparse el aroma como se nos escapó el amor.

Quizás sea hoy el día en que me atreva a decírtelo. El día en que me di cuenta de ello, fue varias semanas atrás. Prefiero discutir contigo que hacer el amor con otros;  que voy a hacerle, eso a mí me vale más.

Es el día en que decidimos cuanto va a durar. Y esto no va a llegar a mañana.                                                Os lo prometo.



Hoy os escribiré en silencio en la postal que más palabras me despierte y os permitiré interpretarlo. No os diré nada para que la sonrisa que me despertéis el día en que me digáis que me habéis leído, sea cegadora.


¿Puedo meter a mi perro en la maleta? Es todo lo que necesito para echar a andar, correr si hiciera falta, marcharme sin avisar.


No puedo quedarme más tiempo esperando. 






Necesito sobrevivir.

He abierto el álbum de recuerdos más dolorosos que entierra mi armario y ha sido decisivo.

El diente de león que ella me regaló estaba destrozado, hecho polvo, resbalándose por entre las páginas. “Menos mal que ella ya no me recuerda” he pensado, mientras he intentado recoger todas las piezas de ese diente de león roto.

 Y entonces he comprendido, o he querido comprender, la razón por la cual me lo dio diez años atrás… sin ella saberlo ha vuelto a abrirme los ojos una última vez.

Así que, haciendo un pequeño esfuerzo por recordarla como ella solía ser, he mandado el álbum a la mierda y, sin cuidado, lo he tirado sobre el cajón abierto y sin cerrar, como solo yo acostumbro a hacer las cosas, he cogido la puerta con la decisión de no volver hasta que encuentre el mío propio. Ya no busco uno con todas las hojas, sólo necesito que las que tenga  sean lo suficientemente fuertes como para aguantar los próximos diez años.



                                                                          ...Haré que merezca la pena


AMB