"Un viaje de mil millas comienza con el primer paso"
Wherever you will go- The Calling
Hoy es el momento de hacer algunas de las locuras que otros
días sólo te dedicas a imaginar.
Ahora que te detienes y al girar la cabeza te sorprende lo
que ves.
Ahora que el tiempo dicta y tú ejecutas. Justo ahora cuando
notas que el alcohol es más duro contigo de lo que solía y la rodilla se queja
al girar. Ahora que el frío te encierra más a menudo en casa y “ ¡uy qué pena!, me pillas justo entrando a
trabajar.”
Ahora que estamos todos tan ocupados como para echar la
vista atrás.
Si te preguntas cual será el momento exacto, probablemente
sea éste, ¿Por qué no? Qué más da hoy que mañana pregunto yo, es suficiente con
que sea un solo día de los miles que probablemente y si hay suerte, viviremos.
En ocasiones, escoger el momento propicio no es lo importante sino que basta con saber de qué trata, qué
se supone que debemos hacer, sentir, decir, qué debemos ser…
Quizás sea el momento de parar y ver como el mundo
sigue; porque sí, es algo que sabemos
que ocurrirá, pero también necesitamos verlo con nuestros propios ojos al menos
una vez en la vida. Es necesario comprobar que nada se desmorona si tú te vas,
que todo y todos siguen igual y a fin de cuentas, creernos lo que ya sabemos
pero resistimos a creer… nadie en el mundo es imprescindible.
Probablemente, sea el momento adecuado de coger ese avión,
no escribir nada y dejar que los kilómetros nos hablen. Será necesario vernos
solos e inmersos en una lengua diferente para poder hacernos entender como
nunca antes hemos podido hacerlo. No sabría deciros si la parte más dura la
escriben los que se van o los que se quedan, supongo que lo descubriremos con
el tiempo.
Predicando con el ejemplo
voy a ser de las que se van, para descubrirme a mí misma. Me voy de una
ciudad que reconozco como mía pero a la que ya no entiendo, como ocurre con
todos a los que dejo.
Cansada de no encontrar tiempo para las cosas importantes,
cansada de gritarles que me ahogo y ellos no tengan tiempo para cambiarle la
bombilla al faro.
El problema no es sentirse perdida, es bueno estarlo alguna
vez en la vida; el problema es sentirse perdida entre calles conocidas.
Y cuando ese problema existe, es que es el momento exacto
Hoy será como el día en que me encerré con mi perro en su
jaula toda la noche, porque tenía miedo de mí, una completa desconocida. El día
en que haga mío lo que antes fue de otros y no me sobrevenga a la cabeza ni un
solo remordimiento, porque si hablamos de recuerdos… esa es otra historia para
la que espero encontrar un principio digno mientras vuelo entre las nubes,
literalmente. Hoy será el día en que me encierre, completa, con mi perro en su
jaula toda la noche, porque tengo miedo de ser una desconocida para él.
Puede ser perfectamente hoy, ¿Por qué no?, el día en que
después del adiós veas a mi número llamarte. Tan solo para escucharte. Sin
tener que hablarnos. Decirnos con los ojos lo que nos dijimos con palabras,
abrazados en la cama, esa jodida mañana, dejándonos marchar.
Por abrir no abrimos ni las ventanas, no vaya a escaparse el
aroma como se nos escapó el amor.
Quizás sea hoy el día en que me atreva a decírtelo. El día
en que me di cuenta de ello, fue varias semanas atrás. Prefiero discutir contigo
que hacer el amor con otros; que voy a
hacerle, eso a mí me vale más.
Es el día en que decidimos cuanto va a durar. Y esto no va a
llegar a mañana. Os lo prometo.
Hoy os escribiré en silencio en la postal que más palabras
me despierte y os permitiré interpretarlo. No os diré nada para que la sonrisa
que me despertéis el día en que me digáis que me habéis leído, sea cegadora.
¿Puedo meter a mi perro en la maleta? Es todo lo que
necesito para echar a andar, correr si hiciera falta, marcharme sin avisar.
No puedo quedarme más tiempo esperando.
Necesito sobrevivir.
He abierto el álbum de recuerdos más dolorosos que entierra
mi armario y ha sido decisivo.
El diente de león que ella me regaló estaba destrozado,
hecho polvo, resbalándose por entre las páginas. “Menos mal que ella ya no me
recuerda” he pensado, mientras he intentado recoger todas las piezas de ese
diente de león roto.
Y entonces he
comprendido, o he querido comprender, la razón por la cual me lo dio diez años atrás…
sin ella saberlo ha vuelto a abrirme los ojos una última vez.
Así que, haciendo un pequeño esfuerzo por recordarla como ella
solía ser, he mandado el álbum a la mierda y, sin cuidado, lo he tirado sobre
el cajón abierto y sin cerrar, como solo yo acostumbro a hacer las cosas, he
cogido la puerta con la decisión de no volver hasta que encuentre el mío propio.
Ya no busco uno con todas las hojas, sólo necesito que las que tenga sean lo suficientemente fuertes como para
aguantar los próximos diez años.
...Haré que merezca la pena
AMB